La palabra
antropología, proviene de la raíz griega “antrhopo” que significa “hombre” y la
terminación “logía” que significa “ciencia” Por lo tanto, la antropología
estudia el hombre y sus obras.
En la antropología
griega, hay una búsqueda incesante sobre el cosmos que llevó a los pensadores a
descubrirse como parte de éste y de este modo empezaron a preguntarse por si
mismos para comprender y dar sentido al
mundo. Los personajes mas
influyentes fueron Sócrates, Platón y Aristóteles, entre otros.
Las diferencias
entre ellos mismos son susceptibles, pero algunas, se agudizan mucho mas al
compararlas con la antropología del Antiguo Testamento. También existen
similitudes, como veremos a continuación.
La primera
discrepancia la encontramos en la creación del hombre; el ser humano ha sido
creado por Yahvé (Gn 2,7), en cambio, según la antropología griega existen
varios mitos relacionados con la creación del hombre en la Antigua Grecia, el
mito Pelasgo -el primer hombre-, el mito sobre las cinco edades o razas del
hombre, el mito de Deucalión y Pirra y el mito del Titán Prometeo, amigo de los
hombres, para quienes robó el fuego a los dioses; “Cuanto el joven, del alto
éter, diversas tierras y gérmenes del afín cielo abrigó en sí, lo mezcló
Prometeo con corriente y agua y lo formó a imagen del dios todopoderoso”
Según el Antiguo
Testamento, el hombre es un ser social, solidario, frágil y caduco, algo que
nunca se dice de Yahvé, que es eterno. El hombre ha sido creado por Dios,
Yahvé, en cambio, Dios ha existido desde siempre.
El término
castellano “alma”
proviene del término latino anima, el cual, a su vez, deriva del
griego ánemos, viento. En el mundo griego, como en muchas culturas
primitivas, se entendía el alma fundamentalmente como el principio de vida de
todo ser viviente. Este hálito, soplo o principio de vida se encuentra en todos
los seres vivos (incluidos plantas y animales) y desaparece cuando el cuerpo
muere. En la antropología del antiguo testamento El “alma” es una cosa precaria
como se ve en Proverbios 1:19: “Quita la vida (nephesh) de sus poseedores”. 1
Reyes 1:12, Lamentaciones 2:19, Jonás 1:14; 1 Samuel 22:23, Ester 7:3, nephesh,
traducida “vida”. Puede ser matada en ambos, hombre y animal. Levíticos
24:17,18 Algo parecido a lo que ocurre con la antropología griega. La gran
diferencia aparece en el Nuevo testamento donde el alma vuelve a Dios:
Eclesiastés 12:7: “Después de eso el polvo volverá a la tierra, como antes fue,
y el espíritu volverá a Dios, que es quien lo dio.”
La concepción del alma como algo distinto del cuerpo, inmaterial e inmortal
empieza a tener importancia con el orfismo, Platón y más tarde con el
cristianismo, pero no se encuentra en el mundo griego antiguo. Por ejemplo, en
Homero no está clara la idea de la inmortalidad, y mucho menos el carácter
inmaterial del alma: Homero utiliza fundamentalmente las palabras psyché
y thymós para referirse al alma. Thymós es el alma entendida como
fuerza vital, como aquello que vivifica el cuerpo, pero que desaparece tras la
muerte de éste. Lo único que parece sobrevivir a la destrucción del cuerpo es
la psyché entendida como sombra, imagen, espíritu o fantasma de la
persona que tras la muerte del cuerpo habita en el mundo de las sombras, el
Hades. Cuando Ulises en sueños baja al Hades y se encuentra con la psyché
de sus amigos muertos en Troya, los ve tristes, apagados, sin apenas actividad,
y eso porque les falta la thymós o fuerza vital.
En el Fedón, diálogo en el que
se relata la conversación que tuvo Sócrates con sus amigos el último día de su
vida, se discute preferentemente el tema de la inmortalidad del alma. . El tema
es complejo, aunque la unidad del diálogo salte a la vista. Al principio
Sócrates afirma dos cosas: a) que estamos en la vida colocados en un lugar por
voluntad de los dioses y b) que el filósofo debe aspirar a abandonar, esta
vida. Como esas dos afirmaciones le parecen contradictorias a Cebes, (el
principal interlocutor en el diálogo, junto con Simmias), Sócrates comienza a
demostrar que el verdadero filósofo debe afrontar la muerte con valentía y que
puede esperar una vida feliz en el otro mundo.
¿Cuál es el
destino del alma? Si el alma es inmortal ¿Adónde va después de la muerte del
hombre? Platón trata el tema en varios de sus diálogos: en el Gorgias y en el
Fedón, en sendos mitos del juicio final; y en la República en el conocido mito
de Er. En todos ellos encontramos una dimensión moral, según la cual se merece
una recompensa o un castigo por la vida que se ha llevado en la tierra. Ello
plantea el problema de determinar si la inmortalidad del alma es meramente
sustancial o es personal, y si subsisten todas las parte del alma o solamente
la racional. Ateniéndose a los planteamientos morales, expuestos en los mitos
del juicio final anteriormente citados, el hecho de reconocer la necesidad de
una recompensa o de un castigo por la vida llevada sobre la tierra ha llevado a
algunos estudiosos a afirmar que Platón concibe algún tipo de subsistencia de
la identidad personal. No obstante, si tenemos en cuenta que las partes
inferiores del alma sólo tienen sentido en conjunción con la vida corporal,
todo parece indicar que Platón concibe la inmortalidad solamente de la parte
intelectual o racional del alma; al menos eso es lo que podemos deducir de los
planteamientos metafísicos de Platón; en el Timeo, efectivamente, denomina a
esta parte "la parte inmortal", y a las otras dos partes, "las
partes mortales"; por lo demás, las funciones irascible y concupiscible
requieren un cuerpo para poder ejecutarse, y sólo tienen sentido en su
interacción con él. El destino de la parte inmortal del alma -la racional-
sería, pues, la reintegración en el alma del mundo.
Diferencias de la muerte
La muerte para los griegos era muy
importante. Negar sepultura a un cadáver
era condenar a vagar el alma y por crear un peligro a los vivos. También era muy importante que fuera enterrado
o incinerado en su patria.
Una vez fallecido, solo se encargaba su más allegada familia, que
preparaban y amortajaban al finado
sometiéndolo a un baño de agua y otro de aceite aromático. Se envolvía al difunto en un sudario dejando
el rostro al descubierto y se le ponía algunas alhajas. Lo más significativo y
lo que ha pasado a la historia como leyenda tradicional es la moneda que ponían en la boca del fallecido.
Este óbolo era de poco valor económico, pero de mucho valor simbólico. La
moneda serviría para pagar a Caronte,
que según la mitología griega era el barquero que transportaría el alma del
difunto hasta su destino final, el Hades.
Al día siguiente se exponía en el domicilio para velarlo.
Este ritual recibía el nombre de prothesis. Los pies del difunto señalaran a la puerta y la cabeza se cubriera con
flores. Se avisaba de que se había producido el óbito con un vaso de
agua en la puerta de la casa, que se traía de otra parte ya que el agua del
domicilio se consideraba “contaminada”. Al lado del vaso se colocaba una rama
de ciprés. Al salir de velar al muerto se rociaba al visitante con un poco de
agua para purificarlo. Las visitas
femeninas estaban sólo reservadas para las más allegadas y debían de
lamentarse, cantando para expresar la pena por el deceso golpeándose el pecho y
se desgarrándose las mejillas. Lloraban, lamentaban y oraban por el
muerto. En algunas casas con recursos se
contrataba incluso a plañideras que exageraban sus lamentaciones.
En el Antiguo
Testamento, el tema de la muerte tiene algunas diferencias respecto a la
mitología griega.
Todo ser humano
pasa por la experiencia de la muerte. La Biblia mira a la muerte cara a cara,
sin intentar ocultarla o ignorarla: Gén 49 Gén 50,1 2 Sam 19,1 2Re 20,2 ss.
Para
el Antiguo Testamento, la muerte no es la desaparición total del difunto. Ellos
pensaban que mientras el cuerpo se deposita en la fosa, algo de él queda
todavía, como una sombra. Los muertos estarían en una especie de lugar (el
sheol), como un agujero abierto, un pozo profundo, un lugar de silencio: Salm
115, 17, de perdición, de tinieblas, de olvido: Salm 88,12s - Job 17,13. Allí
todos los muertos reunidos participan de una misma suerte miserable: Job
3,13-19 - Is 14,9 ss. Son entregados al polvo: Job 17,16 - Salm 22,16 - Salm
30,10 y a los gusanos: Is 14,11 - Job 17,14
En esta idea que ellos tienen de
los muertos incluso Dios se olvida de los difuntos: Salm 88,6.
Una vez que
alguien pasa las puertas del sheol (se muere) no hay retorno posible: Job 38,17
- Sab 16,13 - Job 10,21 ss.
Según el A.T. había una gran aflicción ante la
muerte, con sufrimiento pero sin dolor ni espectacularidad, como lo hacían los
griegos. La muerte es el fin. Se acepta con resignación y sobriedad, dado que
se concibe la vida como un don limitado dado por Yahvé.
El Sheol, era el
lugar donde estaban los muertos, los infiernos. Se traduce también por la
palabra griega Hades. En la época del Antiguo Testamento, la palabra “infierno”
no significa lo mismo que para nosotros hoy en dia. Para ellos los infiernos
era la morada de los muertos; donde estaban los que habían muerto.
Al principio,
creían que todos los muertos iban a los infiernos (al lugar de los muertos) al
que ellos llamaban de distintas formas: sheol, hades, abismo, tártaro, las
profundidades de la tierra. Los muertos están allí sin relación con Dios.
La muerte aparece
por el pecado de Adán, nuestro primer padre: Gen 2,17 y 3,19. Porque Dios no
hizo la muerte: Sab 1,13. Dios creó al hombre para la felicidad, pero la muerte
entró en el mundo por envidia del diablo: Sab 2,23ss.
El mal es para el ser
humano el camino de la muerte. Quien sigue al mal camina hacia la muerte: Prov
11,19.
Los hombres culpables de los pecados más graves deben ser castigados a
muerte: Lev 20,8-21; Lev 24,14-23.
Entonces, ¿Por qué
si la muerte es la causa del que obra mal, por qué mueren entonces los que son
buenos?
Ellos pensaban que los pecados de los padres tenía consecuencia en los
hijos: 2 Sa12,14 - Ex 20,5. Pero también que cada uno debe de pagar por si
mismo: Ez 18
Aparentemente,
Dios hace perecer igualmente al justo y al culpable: Job 9, 22 - Ecl7,15 - Sal
49,11. Al llegar a este punto en la reflexión sobre la muerte las personas del
AT se encuentran con un gran enigma que necesita una solución. Si la muerte
existía como consecuencia de los pecados.
¿Por qué morían también las
personas que eran buenas, las que no habían cometido pecados…?
En aquella
época empiezan a plantearse la respuesta a esta pregunta y van haciendo
evolucionar la idea que tenían de la muerte.
Las claves de esta respuesta
son:
1.- Dios tiene
capacidad de salvar a los seres humanos de la muerte:
El hombre hace un
llamamiento a Dios ante el tema de la muerte: Sal 6,5 - 13,4 - 116,3.
Si la
persona es justa puede estar convencida que Dios no le abandonará a la muerte:
Sal 16,10.
La persona justa será rescatada de las garras del sheol: Sal
49,16.
Hay un convencimiento, una fe, que Dios no abandonará al justo ni
siquiera ante la muerte.
2.- Dios libera de
la muerte:
Pero con unas condiciones estrictas. El pecador muere por su pecado;
pero Dios no se complace con su muerte: prefiere que se convierta y que viva:
Ez 18,33 33,11.
Si cae enfermo en peligro de muerte es para corregirlo; una vez
que se haya convertido de su pecado, lo librará Dios de la fosa de la muerte:
Job 33,19-30.
De ahí que los profetas predican una y otra vez la conversión
para salvar su alma de la muerte: Ez 3,18-21 Sant 5,20.
Sólo Dios libera al
hombre de la muerte, pero con la cooperación del mismo hombre.
3.- ¿Hasta dónde
llega el poder de la salvación de la muerte que Dios tiene?
Ellos son
conscientes que Dios libera de la muerte y que, al final de los tiempos, Dios
nos librará definitivamente de la muerte y de su dominio: Is 25,8
Según una
teología posterior del AT afirman que para participar en el reinado definitivo
al final de los tiempos, resucitarán para la vida eterna, a la vez que otros
permanecerán en el eterno horror del sheol: Dn 12,2 e Is 26,19.
Es en este momento
cuando los infiernos pasan a convertirse tal y como lo entendemos hoy: no es el
lugar de los muertos sino el lugar donde permanecerán los condenados por su
comportamiento.
Los salmos hablan de que Dios les libraría del sheol: Sal
16,10.
Un texto muy importante de la época en que aparece esta idea: 2Mac
7,9.14.23.33.
La oración por los difuntos aparece en: 2Mac 12,43ss. Ahora ya la
vida eterna cuenta más que la vida presente.
Los justos no mueren estérilmente.
Por la muerte del justo por excelencia, Jesús, se realiza el designio de Dios:
Is 53, 8-12.
En resumen, en el
Antiguo Testamento…
1. Cuando alguien
moría el cuerpo iba a la fosa, pero algo (algo así como una sombra, el alma)
iba al lugar de los muertos: al sheol.
2. La muerte era
consecuencia del pecado que a su vez se transmitía de padres a hijos. Como
nuestros primeros padres (Adán y Eva) pecaron, nosotros heredamos también la
muerte por su pecado.
3. Ellos tenían
claro que morían como consecuencia del pecado, de la maldad que habita en el
ser humano, pero entran en un gran interrogante: ¿Por qué entonces mueren los
que son justos y no cometen pecados?
Su conclusión es que el justo, aunque
muera, Dios no le abandona, mientras que al malo cuando muere permanecerá para
siempre en la oscuridad del sheol.
4. Si el pecador
se convierte en vida se salvará después de la muerte física. Dios no quiere que
nadie se condene sino que todo el mundo se convierta y se salve.
Para los griegos,
1.- El alma vaga si no se le
da sepultura.
2.- Todo mortal va
al hades, independientemente de sus pecados. La filosofía griega posterior introdujo la idea de que
los mortales eran juzgados tras su muerte y se los recompensaba o maldecía.