diumenge, 11 de gener del 2015

La muerte según el Antiguo Testamento y diferencias con la cultura griega del momento.


La palabra antropología, proviene de la raíz griega “antrhopo” que significa “hombre” y la terminación “logía” que significa “ciencia” Por lo tanto, la antropología estudia el hombre y sus obras.
En la antropología griega, hay una búsqueda incesante sobre el cosmos que llevó a los pensadores a descubrirse como parte de éste y de este modo empezaron a preguntarse por si mismos para comprender y dar sentido al  mundo.  Los personajes mas influyentes fueron Sócrates, Platón y Aristóteles, entre otros.
Las diferencias entre ellos mismos son susceptibles, pero algunas, se agudizan mucho mas al compararlas con la antropología del Antiguo Testamento. También existen similitudes, como veremos a continuación.

La primera discrepancia la encontramos en la creación del hombre; el ser humano ha sido creado por Yahvé (Gn 2,7), en cambio, según la antropología griega existen varios mitos relacionados con la creación del hombre en la Antigua Grecia, el mito Pelasgo -el primer hombre-, el mito sobre las cinco edades o razas del hombre, el mito de Deucalión y Pirra y el mito del Titán Prometeo, amigo de los hombres, para quienes robó el fuego a los dioses; “Cuanto el joven, del alto éter, diversas tierras y gérmenes del afín cielo abrigó en sí, lo mezcló Prometeo con corriente y agua y lo formó a imagen del dios todopoderoso”
Según el Antiguo Testamento, el hombre es un ser social, solidario, frágil y caduco, algo que nunca se dice de Yahvé, que es eterno. El hombre ha sido creado por Dios, Yahvé, en cambio, Dios ha existido desde siempre. 

El término castellano “alma” proviene del término latino anima, el cual, a su vez, deriva del griego ánemos, viento. En el mundo griego, como en muchas culturas primitivas, se entendía el alma fundamentalmente como el principio de vida de todo ser viviente. Este hálito, soplo o principio de vida se encuentra en todos los seres vivos (incluidos plantas y animales) y desaparece cuando el cuerpo muere. En la antropología del antiguo testamento El “alma” es una cosa precaria como se ve en Proverbios 1:19: “Quita la vida (nephesh) de sus poseedores”. 1 Reyes 1:12, Lamentaciones 2:19, Jonás 1:14; 1 Samuel 22:23, Ester 7:3, nephesh, traducida “vida”. Puede ser matada en ambos, hombre y animal. Levíticos 24:17,18 Algo parecido a lo que ocurre con la antropología griega. La gran diferencia aparece en el Nuevo testamento donde el alma vuelve a Dios: Eclesiastés 12:7: “Después de eso el polvo volverá a la tierra, como antes fue, y el espíritu volverá a Dios, que es quien lo dio.”
La concepción del alma como algo distinto del cuerpo, inmaterial e inmortal empieza a tener importancia con el orfismo, Platón y más tarde con el cristianismo, pero no se encuentra en el mundo griego antiguo. Por ejemplo, en Homero no está clara la idea de la inmortalidad, y mucho menos el carácter inmaterial del alma: Homero utiliza fundamentalmente las palabras psyché y thymós para referirse al alma. Thymós es el alma entendida como fuerza vital, como aquello que vivifica el cuerpo, pero que desaparece tras la muerte de éste. Lo único que parece sobrevivir a la destrucción del cuerpo es la psyché entendida como sombra, imagen, espíritu o fantasma de la persona que tras la muerte del cuerpo habita en el mundo de las sombras, el Hades. Cuando Ulises en sueños baja al Hades y se encuentra con la psyché de sus amigos muertos en Troya, los ve tristes, apagados, sin apenas actividad, y eso porque les falta la thymós o fuerza vital.
En el Fedón, diálogo en el que se relata la conversación que tuvo Sócrates con sus amigos el último día de su vida, se discute preferentemente el tema de la inmortalidad del alma. . El tema es complejo, aunque la unidad del diálogo salte a la vista. Al principio Sócrates afirma dos cosas: a) que estamos en la vida colocados en un lugar por voluntad de los dioses y b) que el filósofo debe aspirar a abandonar, esta vida. Como esas dos afirmaciones le parecen contradictorias a Cebes, (el principal interlocutor en el diálogo, junto con Simmias), Sócrates comienza a demostrar que el verdadero filósofo debe afrontar la muerte con valentía y que puede esperar una vida feliz en el otro mundo.
¿Cuál es el destino del alma? Si el alma es inmortal ¿Adónde va después de la muerte del hombre? Platón trata el tema en varios de sus diálogos: en el Gorgias y en el Fedón, en sendos mitos del juicio final; y en la República en el conocido mito de Er. En todos ellos encontramos una dimensión moral, según la cual se merece una recompensa o un castigo por la vida que se ha llevado en la tierra. Ello plantea el problema de determinar si la inmortalidad del alma es meramente sustancial o es personal, y si subsisten todas las parte del alma o solamente la racional. Ateniéndose a los planteamientos morales, expuestos en los mitos del juicio final anteriormente citados, el hecho de reconocer la necesidad de una recompensa o de un castigo por la vida llevada sobre la tierra ha llevado a algunos estudiosos a afirmar que Platón concibe algún tipo de subsistencia de la identidad personal. No obstante, si tenemos en cuenta que las partes inferiores del alma sólo tienen sentido en conjunción con la vida corporal, todo parece indicar que Platón concibe la inmortalidad solamente de la parte intelectual o racional del alma; al menos eso es lo que podemos deducir de los planteamientos metafísicos de Platón; en el Timeo, efectivamente, denomina a esta parte "la parte inmortal", y a las otras dos partes, "las partes mortales"; por lo demás, las funciones irascible y concupiscible requieren un cuerpo para poder ejecutarse, y sólo tienen sentido en su interacción con él. El destino de la parte inmortal del alma -la racional- sería, pues, la reintegración en el alma del mundo.

Diferencias de la muerte

La muerte para los griegos era muy importante. Negar sepultura a un cadáver era condenar a vagar el alma y por crear un peligro a los vivos.  También era muy importante que fuera enterrado o incinerado en su patria.
Una vez  fallecido,  solo se encargaba su más allegada familia, que preparaban y amortajaban al finado sometiéndolo a un baño de agua y otro de aceite aromático. Se envolvía al difunto en un sudario dejando el rostro al descubierto y se le ponía algunas alhajas. Lo más significativo y lo que ha pasado a la historia como leyenda tradicional es la moneda que ponían en la boca del fallecido. Este óbolo era de poco valor económico, pero de mucho valor simbólico. La moneda serviría para pagar a Caronte, que según la mitología griega era el barquero que transportaría el alma del difunto hasta su destino final, el Hades.
Al día siguiente se exponía en el domicilio para velarlo. Este ritual recibía el nombre de prothesis. Los pies del difunto señalaran a la puerta y la cabeza se cubriera con flores. Se avisaba de que se había producido el óbito con un vaso de agua en la puerta de la casa, que se traía de otra parte ya que el agua del domicilio se consideraba “contaminada”. Al lado del vaso se colocaba una rama de ciprés. Al salir de velar al muerto se rociaba al visitante con un poco de agua para purificarlo. Las visitas femeninas estaban sólo reservadas para las más allegadas y debían de lamentarse, cantando para expresar la pena por el deceso golpeándose el pecho y se desgarrándose las mejillas. Lloraban,  lamentaban y oraban por el muerto. En algunas casas con recursos se contrataba incluso a plañideras que exageraban sus lamentaciones.


En el Antiguo Testamento, el tema de la muerte tiene algunas diferencias respecto a la mitología griega.
Todo ser humano pasa por la experiencia de la muerte. La Biblia mira a la muerte cara a cara, sin intentar ocultarla o ignorarla: Gén 49 Gén 50,1 2 Sam 19,1 2Re 20,2 ss.

Para el Antiguo Testamento, la muerte no es la desaparición total del difunto. Ellos pensaban que mientras el cuerpo se deposita en la fosa, algo de él queda todavía, como una sombra. Los muertos estarían en una especie de lugar (el sheol), como un agujero abierto, un pozo profundo, un lugar de silencio: Salm 115, 17, de perdición, de tinieblas, de olvido: Salm 88,12s - Job 17,13. Allí todos los muertos reunidos participan de una misma suerte miserable: Job 3,13-19 - Is 14,9 ss. Son entregados al polvo: Job 17,16 - Salm 22,16 - Salm 30,10 y a los gusanos: Is 14,11 - Job 17,14

En esta idea que ellos tienen de los muertos incluso Dios se olvida de los difuntos: Salm 88,6.

Una vez que alguien pasa las puertas del sheol (se muere) no hay retorno posible: Job 38,17 - Sab 16,13 - Job 10,21 ss.
Según el A.T. había una gran aflicción ante la muerte, con sufrimiento pero sin dolor ni espectacularidad, como lo hacían los griegos. La muerte es el fin. Se acepta con resignación y sobriedad, dado que se concibe la vida como un don limitado dado por Yahvé.

El Sheol, era el lugar donde estaban los muertos, los infiernos. Se traduce también por la palabra griega Hades. En la época del Antiguo Testamento, la palabra “infierno” no significa lo mismo que para nosotros hoy en dia. Para ellos los infiernos era la morada de los muertos; donde estaban los que habían muerto.


Al principio, creían que todos los muertos iban a los infiernos (al lugar de los muertos) al que ellos llamaban de distintas formas: sheol, hades, abismo, tártaro, las profundidades de la tierra. Los muertos están allí sin relación con Dios.


La muerte aparece por el pecado de Adán, nuestro primer padre: Gen 2,17 y 3,19. Porque Dios no hizo la muerte: Sab 1,13. Dios creó al hombre para la felicidad, pero la muerte entró en el mundo por envidia del diablo: Sab 2,23ss.

El mal es para el ser humano el camino de la muerte. Quien sigue al mal camina hacia la muerte: Prov 11,19.

Los hombres culpables de los pecados más graves deben ser castigados a muerte: Lev 20,8-21; Lev 24,14-23.

Entonces, ¿Por qué si la muerte es la causa del que obra mal, por qué mueren entonces los que son buenos?

Ellos pensaban que los pecados de los padres tenía consecuencia en los hijos: 2 Sa12,14 - Ex 20,5. Pero también que cada uno debe de pagar por si mismo: Ez 18


Aparentemente, Dios hace perecer igualmente al justo y al culpable: Job 9, 22 - Ecl7,15 - Sal 49,11. Al llegar a este punto en la reflexión sobre la muerte las personas del AT se encuentran con un gran enigma que necesita una solución. Si la muerte existía como consecuencia de los pecados.



¿Por qué morían también las personas que eran buenas, las que no habían cometido pecados…?

En aquella época empiezan a plantearse la respuesta a esta pregunta y van haciendo evolucionar la idea que tenían de la muerte.

Las claves de esta respuesta son:


1.- Dios tiene capacidad de salvar a los seres humanos de la muerte:
El hombre hace un llamamiento a Dios ante el tema de la muerte: Sal 6,5 - 13,4 - 116,3.
Si la persona es justa puede estar convencida que Dios no le abandonará a la muerte: Sal 16,10.
La persona justa será rescatada de las garras del sheol: Sal 49,16.
Hay un convencimiento, una fe, que Dios no abandonará al justo ni siquiera ante la muerte.


2.- Dios libera de la muerte:
Pero con unas condiciones estrictas. El pecador muere por su pecado; pero Dios no se complace con su muerte: prefiere que se convierta y que viva: Ez 18,33 33,11.
Si cae enfermo en peligro de muerte es para corregirlo; una vez que se haya convertido de su pecado, lo librará Dios de la fosa de la muerte: Job 33,19-30.
De ahí que los profetas predican una y otra vez la conversión para salvar su alma de la muerte: Ez 3,18-21 Sant 5,20.
Sólo Dios libera al hombre de la muerte, pero con la cooperación del mismo hombre.


3.- ¿Hasta dónde llega el poder de la salvación de la muerte que Dios tiene?
Ellos son conscientes que Dios libera de la muerte y que, al final de los tiempos, Dios nos librará definitivamente de la muerte y de su dominio: Is 25,8
Según una teología posterior del AT afirman que para participar en el reinado definitivo al final de los tiempos, resucitarán para la vida eterna, a la vez que otros permanecerán en el eterno horror del sheol: Dn 12,2 e Is 26,19.

Es en este momento cuando los infiernos pasan a convertirse tal y como lo entendemos hoy: no es el lugar de los muertos sino el lugar donde permanecerán los condenados por su comportamiento.
Los salmos hablan de que Dios les libraría del sheol: Sal 16,10.
Un texto muy importante de la época en que aparece esta idea: 2Mac 7,9.14.23.33.
La oración por los difuntos aparece en: 2Mac 12,43ss. Ahora ya la vida eterna cuenta más que la vida presente.
Los justos no mueren estérilmente. Por la muerte del justo por excelencia, Jesús, se realiza el designio de Dios: Is 53, 8-12.


En resumen, en el Antiguo Testamento…
1. Cuando alguien moría el cuerpo iba a la fosa, pero algo (algo así como una sombra, el alma) iba al lugar de los muertos: al sheol.

2. La muerte era consecuencia del pecado que a su vez se transmitía de padres a hijos. Como nuestros primeros padres (Adán y Eva) pecaron, nosotros heredamos también la muerte por su pecado.
3. Ellos tenían claro que morían como consecuencia del pecado, de la maldad que habita en el ser humano, pero entran en un gran interrogante: ¿Por qué entonces mueren los que son justos y no cometen pecados?
Su conclusión es que el justo, aunque muera, Dios no le abandona, mientras que al malo cuando muere permanecerá para siempre en la oscuridad del sheol.

4. Si el pecador se convierte en vida se salvará después de la muerte física. Dios no quiere que nadie se condene sino que todo el mundo se convierta y se salve.

Para los griegos,
1.- El alma vaga si no se le da sepultura.

2.- Todo mortal va al hades, independientemente de sus pecados. La filosofía griega posterior introdujo la idea de que los mortales eran juzgados tras su muerte y se los recompensaba o maldecía.

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada